13 de agosto de 2013

Y, si reía, él le daba la luna...

No cambiamos mucho. Nuestra esencia queda, la única que se la banca. Lo que nos brota de los poros.
Si de chicos le teníamos miedo a la oscuridad, es posible que de grandes también.
Siempre fui igual.
Hoy, tengo un complejito con el amor, y ¿adivina qué? de chica también.
Siempre me dio vergüenza cuando algún nene gustaba de mi. Y mi primer amorsito era más grande que yo. 11 y 6 Sí! como la canción de Fito, la canción de mi vida.
Obviamente que fue a escondidas de papá y mamá. Amigo de la vida y de la familia. Escondido.
Pero, me mudé. Sufrí. Lo pensé. Lo pensé y lo pensé...
Vamos, tenía 10 años cuando lo volví a ver. Mi primer reencuentro.
Yo creo que mi vida se resume en reencuentros. Y si hay reencuentro, hay despedidas.

De pseudo-grande, lo que soy ahora, siguen los reencuentros, despedidas y escondites secretos en el corazón. Ni una palabra, como de chiquita.