No pude verle la cara enteramente, tenía la piel blanca, tirante como si se estuviese por cortar. No veía todos sus huesos pero tampoco veía carne.
Sólo por partes vi sus ojos, eran grandes y saltones. Brillaban profundamente en una mirada perdida y por debajo eran decorados por dos hermosas ojeras grises tirando a negro. Dos mejillas consumidas por la resistencia. Todavía le quedaban labios, que antes, eran normales y ahora eran más que carnosos y pálidos. Sus orejas sobresalían por de más, asomándose en los opacos y débiles mechones de pelo.
Relucía en su chato estómago unas finas líneas de sangre seca, rojas y otras cicatrizando.
Sus piernas juntaban rodilla con rodilla fuertemente, dónde también pude identificar algunas líneas de sacapuntas y moretones de todos los colores.
Su pequeño y fino cuello con algunos lunares parecía todavía fuerte cuando unía su cabeza con su tronco gris.
A pesar de ver todo esto mostraba una sonrisa blanca y feliz.
No comía por asco, después no lo hacía por resistencia contra ella, era una competencia contra ella, finalmente no lo hago por asco.
Era yo, eso es mi sueño. Mi definición de belleza. En cuanto me despierto me veo llena de color y vitaminas que me llenan, no es belleza, no para mi.