2 de abril de 2012

Agarraditos de la mano nos tiramos del acantilado.



¿En dónde estás?
Espera, no me digas, porque sino podría encontrarte,
no me digas porque voy a poder verte,
no me cuentes porque voy a dejar de extrañarte.
Decime, que quiero abrazarte.

Celosa estoy del cielo,
de las estrellas que pueden verte toda la noche.
El azul del cielo me tiene loca,
es que puede cubrirte todo el día e inmensidad.

Pero mi consuelo más grande,
es que es grande el cielo que nos une.
Las estrellas que te observan, yo las miro,
y el cielo que te cubre, también lo hace conmigo.

Acá termina la fulgente historia color carmesí.
Acá las estrellas se esconden afligidas atrás del cielo apesadumbrado.
Acá quedamos los dos, cubiertos con lo obscuro.
Acá estamos, solos, uno sin el otro.

Para agregarle más distancia a la distancia,
para hacerlo más intrigante e inquietante
no nos hablemos.
No sepamos uno del otro, desconozcámonos.

Un trato, un pacto, una mentira.
Pactemos, mintiéndonos un poco
para extrañarnos menos
para pensar más.

¿Para qué pactamos eso?
Ahora, que ni siquiera te escribo, todo se hace inmenso.
Las dudas del que podría ser gobiernan.

Pactemos, alejémonos.

Miro a la nada otra vez, sin vos.
No estás, ni tampoco yo.
Por fin sé como se ve una mente en blanco,
lástima que ahora no la haya buscado.

Lo digo orgullosa, un tanto llorosa
y con los ojos nublados:
No veo futuro. Con o sin vos.
No veo, no sé qué ropa llevo puesta.

Un amor abstracto.
No te veo ni te toco
Somos ciegos sin manos, pero nos amamos.

¿Qué buscamos? ¿Acortar la distancia con más distancia?
Si le agregamos agua al agua, nos quedamos con sólo agua
más cantidad de nada.

Un trato, un pacto que no podemos cumplir.
Tan imposible es dejar de leerte
de pensarte ni extrañarte.

¿Venís?
Te estoy esperando
acá estoy preparándome, me puse mi mejor vestido
mis mejores zapatos y me perfumé para vos.
Me puse la mejor esperanza de que vas a venir, solo para vos.